sábado, 2 de agosto de 2014

MOMENTOS EN MYKONOS

"No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos" (Cesare Pavese)

Los novios 
Acabamos de llegar a Mykonos. El sol está a punto de salir y los quads vuelven de Paradise Beach con su carga de juventud todavía de fiesta. Sin embargo, los molinos se recortan solitarios sobre el cielo griego, y Little Venecia con sus casitas colgantes sobre el agua está tranquila, todavía dormida. Unos novios japoneses están sentados en una de las terrazas justo al lado del mar. El Egeo salpica los tules de la novia y el Melteni, el viento que sopla en verano, despierta el paisaje y acaba de sacudirnos el sueño. Estamos en la Cíclada más pequeña, apenas 90 km2.  Su capital está también despertando y ofreciendo a la luz griega sus casas cúbicas blancas y azules, su paisaje bello, sencillo y magnético.



Una capilla para cada día
Por fin el sol sale y nos demuestra que para Hora, la capital de Mykonos, no hay otro adjetivo que deslumbrante.
El perfil blanco de cientos de capillas contrastan con el azul, y las sombras proyectan caprichosas formas geométricas cambiantes que acentúan aún más si cabe la blancura de la cal. En Mykonos se encala dos veces al año. Ese compromiso reiterado con su arquitectura va redondeando las formas y la conserva siempre radiante. 



Si los habitantes de Mykonos quisieran ir cada día del año a una iglesia diferente podrían hacerlo, pues se cuentan muchas más de 365 entre ermitas, capillas e iglesias, algunas de ellas decoradas ricamente en su interior. Unas elevan al cielo cúpulas azules, otras rojas, otras blancas. La mayoría fueron construidas por marineros y sus familias en su deseo de una navegación segura y una vuelta a casa tranquila, y también solían colocar en ellas las osamentas de los muertos. Es curioso ver que la profunda religiosidad de sus habitantes no está reñida con la tolerancia, ya que Mykonos se encuentra entre los lugares más cosmopolitas y abiertos de Grecia.




El laberinto blanco
Nos adentramos en el bello dédalo de la ciudad formado por volúmenes blancos donde cada habitante puede disfrutar de su trocito de calle a la vez que se compromete a pintar el suelo, a encalar las fachadas y a mantener esos colores característicos de puertas, ventanas y barandillas. Todo el mundo contribuye a conservar el precioso laberinto de callecitas y plazas embellecidas por buganvillas y pequeños rincones llenos de sencillez y detalles de buen gusto.


El conjunto  bello y armonioso protege del viento y del sol, y en él se alternan tiendas,  cafés, tabernas y viviendas de la misma altura, donde realmente llegas a perderte.  Pero la verdad es que no importa.  Pasear durante las primeras horas de la mañana es realmente encantador.





El puerto

En Mykonos hay dos puertos. El nuevo, a unos tres o cuatro km de la ciudad, a donde llegan y de donde salen los ferris y los grandes cruceros, y el antiguo, centro neurálgico de la ciudad, donde están las pequeñas embarcaciones, donde se instala el pequeño mercado, donde los lugareños se sientan a compartir conversación delante de un café, su bebida por antonomasia, aunque a buen seguro a ellos no les cobran lo que a los turistas. Los cafés se toman a cualquier hora del día, significan momento de relajo, de charla, de amistad.  Clicad aquí para saber de esta tradición.  






Gatos en lugar de pelícanos

El pelícano Petros es toda una institución y un símbolo en Mykonos.  El originario Petros llegó a la isla en 1954  y se debió sentir a gusto, porque allí se estableció y vivió durante 29 años.  Su muerte fue tan sentida por los habitantes de la isla que lo reemplazaron y actualmente hay varios pelícanos que corren libres por la isla, especialmente por el puerto, dejándose fotografiar por los turistas.  Yo sin embargo no los vi.
En su lugar vi muchos gatos. Gatos dormilones, gatos zalameros, gatos pedigüeños...  Gatos que se enseñorean  de las sombras y de los rincones de Mykonos, que son parte de su paisaje.








La Bus-Station
Una multitud de jóvenes se apiñan en la estación de autobuses. Durante el día salen cada media hora o cada hora para los lugares más cercanos, o con frecuencia mayor para Panormos o Kalafati. Los autobuses acercan a  las diferentes playas y representan una buena solución para los que no disponen de una moto, un quad o un coche alquilados. Eso sí, no te ha de importar ir bien apretadito, porque el conductor apura el espacio lo más posible. Sombreros, gafas, pareos, toallas, bolsas, y gente con ganas de playa y fiesta se apretuja y se hermana para llegar a Paradise Beach, Super Paradise, Ornos y otras playas de marcha.


Marcha, marcha!
En Mykonos se venden chapas, llaveros, camisetas y toda suerte de merchandising con la leyenda "Mykonos fucks Ibiza". Bajo este eslogan hay págiunas en Flickr y Facebook, vídeos en Youtube, sesiones de Dj´s... Un lema socarrón que pone de manifiesto la rivalidad fiestera entre las dos islas.


A las 4:30 de la tarde empieza la fiesta en Paradise Beach, una de las playas donde la música, el baile, la bebida o el rollo están asegurados si hay ganas. Una superdiscoteca al aire libre, con las transparentes aguas del Egeo de fondo, y toda suerte de bares, tumbonas, restaurantes, pistas de baile, cámpings y clubs que hacen las delicias de una multitud en bañador que baila los mantras que ponen los dj's. 



Vale la pena acercarse hasta allá aunque sólo sea para curiosear o tomar algo. Los japoneses no se pierden el espectáculo y observan la movida bien vestidos y con collares de perlas. Todo se vale siempre que signifique fiesta y diversión. La fiesta continuará por la noche... pero para eso ya están los jóvenes.



Aquí estoy inmortalizando mi visita a Paradise Beach

Otros paraísos
No sólo existe la marcha en Mykonos .
Hay vida más allá de la fiesta perpetua de Paradise Beach y Superparadise.  De hecho hay paraísos hacia el norte de la isla. 


Las playas de Ftelia, Panormos, Agio Sostis, muy poco frecuentadas, con capillitas en los promontorios, con chiringuitos y tabernas solitarias, con aguas cristalinas, son todo un lujo donde después del baño puedes degustar unos entrantes griegos y un sovlaki o unos calamares estupendos justo encima del mar. 




Identidad

Resulta realmente entrañable ver que a pesar del turismo, los habitantes de Mykonos no han perdido su identidad, y los ves pasear sin inmutarse al lado de turistas de todos los colores, sentarse tranquilamente a la sombra en los escalones de sus casas, pintar sus casitas, conversar en grupo en un café o jugar al backamon en una taberna. Incluso se prestan  con simpatía a una foto, o hacen alarde de su buen humor, jaleándote "gimnástika, gimnástika!", cuando te ven echar el fuelle subiendo una de sus cuestas.


Admiro el buen gusto que demuestran realzando cualquier rincón por humilde que sea, el no haber sucumbido al ladrillo y haber mantenido su preciosa arquitectura; agradezco la generosidad de sus raciones y esos detalles del agua fresca cuando te sientas en un bar y de la sandía al acabar la comida. Me gustan sus islas, su luz, su fonética curiosamente familiar, su hospitalidad.

Me encantan los momentos vividos en Grecia.


En la siguiente entrada otra preciosa Cíclada: Syros.
YASAS!




2 comentarios:

Rosa Maria dijo...

Moltes gràcies Carme per compartir amb nosaltres el que visites, ho ensenyes d'una marera que entren ganes de veure-ho "en vivo y en directo",
Esperant les properes entrades, una abraçada
Rosa Mª

Carmen dijo...

Moltes gràcies Rosa Maria! Com va la preparació del viatge? Espero que molt bé. Nosaltres estem per La Cala: family, soparets, amics... engreixant-me una mica més, hahaha. Ens veiem a la tornada. Petonets pewr a tots!