viernes, 17 de agosto de 2018

VILALBA DELS ARCS



La Terra Alta es una comarca discreta, pero bellísima, llena de paisajes imponentes, de pueblos con sorprendentes atractivos, de robustos manjares, de vinos de subidos colores. La garnacha blanca se cría bien a 350 metros y los viñedos que se extienden entre sus doce pueblos dulcifican una tierra preciosa y agreste.
Cada verano encontramos algún día para ir a la Terra Alta y disfrutar de sus rincones y delicias.  



Pero no solo  por eso, sino porque cada verano, como en una especie de memorial respetuoso, nos acercamos a uno de los lugares donde hay centros de interpretación de la Batalla del Ebro, de tristísimo recuerdo. 
Pinell del Brai, Corbera d'Ebre, Gandesa, La Fatarella...nos cuentan cómo fueron aquellos días, del sufrimiento y las estrategias, de las vidas truncadas, de las escaramuzas entre sus barrancos y sierras en una tierra boscosa y áspera. De los hechos terribles que no deberíamos olvidar para así no repetirlos nunca.




Este verano hemos descubierto Vilalba dels Arcs.  Y digo descubierto literalmente, porque así como Horta de Sant Joan, Batea, Bot y otras localidades de la comarca las conocíamos por uno u otro motivo, en Vilalba no habíamos estado nunca, y resultó ser un sorprendente hallazgo.  Antes he hablado de la discreción de esta tierra y este hecho me lo confirmó. Encontramos un pueblo precioso, bien cuidado, con unos cuantos tesoros artísticos, que nos había pasado desapercibido por largo tiempo. 

Carrer Major
Plaça de l'Ajuntament, edifici del segle XIX
A la fresca

Aunque el sol luce inflexible en lo alto, paseamos a gusto por las calles de Vilalba que acanalan un vientecillo benéfico.  El pueblo, limpio y cuidado,  alberga en verano unos cuantos habitantes más que sus 800 y pico censados. 

El Carrer Major nos descubre los portales de madera de sus casas, y los críos, que no saben del calor, corren con sus bicis.  En la misma calle, una panadera se disculpa por haber acabado el bizcocho y nos regala unos croissants "para que volvamos otro día".  












El recorrido por Vilalba se salpica de bonitos detalles en forja hasta llegar a la Casa Coll, que formaba parte de la Ruta Jacobea, como así lo recuerdan las conchas de peregrino situadas en su puerta.  La Casa Coll se significó durante la Guerra Carlista y sufrió muchos desperfectos durante la Guerra Civil, pero ahora restaurada alberga un Museo del Camino de Santiago.

La casa Coll

Siguiendo el camino marcado por la sombra, llegamos hasta la imponente Iglesia Parroquial y a la pequeña iglesia de Nuestra Señora de Gracia.



El precioso templo que preside la localidad
es la Iglesia Parroquial de San Lorenzo, un edificio del siglo XVI muy interesante por su combinación de elementos góticos, renacentistas y barrocos.

Cerca de la Iglesia de Sant Llorenç encontramos una pareja mayor nacida en Vilalba haciéndo la guía de la localidad a unos amigos franceses, y nos explican también cómo llegar a uno de los espacios de la Batalla del Ebro, las trincheras de "Els Barrancs



En "Els Barrancs"  se ve con fidelidad cómo era la línea de trincheras republicanas que se construyó entre Vilalba dels Arcs y La Pobla de Massaluca, y permite a los que afortunadamente no vivimos esos horrores hacernos una idea de las penurias de esos soldados defendiendo por largo tiempo esas posiciones, expuestos a la lucha, a las inclemencias del tiempo y a una dura orografía  en el sangriento conflicto civil.



Aquí, el Centro de Interpretación "Soldados en las trincheras", situado dentro del Centre Rossinyol, nos habla del vivir cotidiano de los soldados, durante los enfrentamientos y cuando no los había.  No está abierto todos los días, así que es conveniente asegurarse.
Vilalba dels Arcs tiene muchos atractivos por ella misma que se suman a la siempre agradable visita a la Terra Alta, tierra de templarios,  agreste comarca que obliga al mismísimo Riu Ebre a hacer una enorme curva antes de enfilar hacia el Mediterráneo.


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