Quietud matutina en el Puerto de Argóstoli |
Es hora de ir conociendo más lugares de nuestra isla anfitriona, y emprendemos la carretera hacia Assos, uno de los tesoros de Cefalonia que sobrevivió a la devastación sísmica, y que permite recordar cómo de venecianas eran todas las localidades de la isla.
La belleza de la carretera que circula al lado de la costa te hace olvidar las curvas, y la obligada lentitud de la conducción ayuda a saborearla.
Playa de Myrtos |
Antes de Assos, espera otra maravilla: escondida como un tesoro entre dos montañas que superan los 1000 metros aparece la famosa playa de Myrtos, de un azul que yo no recordaba haber visto antes en ninguno de los mares que he visto, y que por supuesto recordaré siempre y asociaré siempre en el pantone: Azul Myrtos.
Desde la aldea de Divarata baja hasta la playa una sinuosa carretera para poder disfrutar de esta inmensa playa.
Desde arriba, hay miradores que permiten contemplarla entre los altos acantilados.
Después de Myrtos, y con todo su blanco y su azul impregnado en la retina, seguimos otra carretera serpenteante. Esta sin embargo desciende y desciende, y entre bosques de cipreses aparece al final Assos,con su playita de agua cristalina, su placita llena de flores abriéndose al mar, sus cuidadas casas, arregladas como sabiéndose parte de un lugar privilegiado.
El pueblo de Assos, situado en un precioso enclave |
Una de las dos playitas situadas en el mismo pueblo de Assos |
Rinconcito para mirar el mar |
Al volver la esquina... el Mar Jónico |
A estas horas el paseo bajo el sol de Assos necesita un buen sombrero, pero las calles y las casas ofrecen parras y buenas sombras para completar el recorrido. Algunas tabernas, un par de bares, y viviendas pintadas de color salmón, amarillo, rosa, respetando el estilo dejado por Venecia cuando por aquí estuvo...Quien viene aquí va buscando un entorno tranquilo, premiado por la naturaleza. Lo encuentra, ciertamente que lo encuentra.
Pinos, cipreses, adelfas, buganvillas... Assos al fondo. |
Se nota que es un sitio de moda. Se nota que todo el que tiene una embarcación quiere pasarse por Fiskardo. Se nota que en algún restaurante se sentó Madonna, y que en las tiendas se vende artesanía de calidad.
Para mi gusto, demasiada gente. Pero bonito, Fiskardo lo es mucho.
El terremoto que asoló la isla en 1953 respetó la bella localidad y ahora, los colores de sus casas, las flores, las callecitas sombreadas y sus cristalinas playas son uno de los mayores reclamos de Cefalonia.
La hermosa autenticidad que este enclave en el nordeste de la isla debía tener hace unos años cuando era un pueblo de pescadores, todavía subyace en esa vegetación verde que se adentra casi en el mar, en el trazado de sus callejuelas, en la semicircunferencia de su preciosa bahía.
Los detalles que aquí y allá dejan sus habitantes, en ese embellecimiento de sus rincones tan propio de la población griega, alegran la vista y lo llenan todo de conchas marinas, móviles tintineantes, flores, calabazas y piedras decoradas, velas y cortinas refrescantes.
Fiskardo es un centro turístico muy importante en Cefalonia. Muchos yates y embarcaciones con tours turísticos atracan aquí, con la masificación que ello supone a determinadas horas del día. Pero todo ello no ha de servir de excusa para dejar de visitar este precioso pueblo de Cefalonia, disfrutar de una generosa comida en uno de los restaurantes del puerto, llenarse de colores paseando entre sus calles y, sí, también, imaginarlo al anochecer , al amanecer o en las épocas más calmadas en toda su espléndida belleza mediterránea.
YÁSAS!!
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