Playa de La Purità en Gallipoli |
Algún gato somnoliento se despereza bajo las mesas de los barecitos situados en el paseo, y deseo que el pulso de la ciudad remolonee un poco más para poder seguir disfrutando de esta calma, de este privilegiado momento.
Las luminarias para la fiesta |
Nuestro avión nos dejó ayer en Bari, la capital de la región italiana de La Puglia, esa zona situada en la Península de Salento que conforma el tacón de la caprichosa bota que es el mapa de Italia. Llegamos a Gallipoli atravesando cuidados paisajes de olivos, adelfas, palmeras y viñedos emparrados recortándose en un azul luminoso y familiar a los ojos de quien vive a orillas del Mediterráneo.
En Gallipoli nos recibieron las elegantes casas de dos pisos del Corso Roma, que constituye el paseo central de la parte moderna de la ciudad y que se hallaba engalanado con miles de lucecitas preparadas para embellecer del 20 al 26 de julio la festividad de Santa Cristina, -protectora de la ciudad desde que se le atribuyó detener la epidemia de cólera de 1867.
La parte moderna de Gallipoli es agradable, bonita y tranquila, pero es al pasar el puente cuando la extraordinaria belleza de Gallipoli saluda desde su Città Vecchia, desde su casco histórico enclavado en una isla rodeada de muralla y del azul transparente del mar, desde su Castillo y su puerto de pescadores.
Al atravesar el puente siempre hay algún vistoso tuk-tuk, preparado para llevar al visitante por el perímetro del casco histórico, acercarlo a alguna de las playas, o llevar por todo Gallipoli el jolgorio de una comitiva de boda con ganas de pasarlo bien.
Dentro de las murallas, toda la magia y el patrimonio barroco de Gallipoli se desvela sin alardes. Humildemente, entre callejuelas sencillas, bicis y verdulerías, entre peperonis y pomodoros secos, aparecen maravillas eclesiásticas y civiles, riquísimas fachadas palaciegas y joyas de la construcción del barroco salentino. Y todo se mezcla entonces, y el esplendor de la Catedral de Santa Ágata se hace vecino de la tiendecita de esponjas, mientras los engalanados asistentes de una boda comparten acera con las turistas que pasean en pareo.
La catedral de Santa Ágata,
construida entre los años 1630 y 1696.
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Palazzo Romito |
Es agradable pasear por las calles de la Gallipoli antigua, cuyo laberinto se remonta al período griego. El pavimento es brillante y su trazado benéfico y protector en las horas de sol y viento. Varios Palacios aparecen por sorpresa entre bicis: El Palazzo Venneri, el Palazzo Pirelli, el Palazzo Romito... E iglesias!
Dentro del laberinto de la Gallipoli Vecchia hay tiendecitas de productos típicos montadas con buen gusto, restaurantes, y pequeños alojamientos, pero hay muchas calles que llevan su vida al margen del turismo, con la cotidianeidad de las postales de la Virgen en el cristal de la puerta, del tendedero al lado de la vivienda, de la vespa junto al cubo de fregar y el "cinquecento" aparcado a la puerta del palazzo, ajenos sus vecinos y vecinas al interés fotográfico que despiertan sus objetos más comunes.
De buena mañana todo el mundo saluda con el buongiorno, y los abuelos madrugadores además sonríen o se prestan a la foto al pedirles permiso.
Paseando por el Casco Histórico se puede visitar otra joya: El Teatro Garibaldi que data del 1825, cuando el noble Bonaventura Balsamo lo hizo construir comunicándolo con el palacio familiar. Luego fue comprado por el Municipio.
Estuvo cerrado desde la década de los 70 y ha sido restaurado recientemente. Se puede visitar por 1 euro y es realmente precioso.
La Puglia es zona de olivos. Unos olivos muchas veces centenarios, que se retuercen dando lugar a impresionantes esculturas. La ciudad de Gallipoli fue durante siglos la capital europea del aceite para lámparas. Ahora ya no se emplea el aceite para la iluminación, pero el aceite virgen que se produce es de una calidad excelente, así como los vinos y sus frutos del mar, especialmente el "gambero rosso", tan rojo que a veces tira a violeta, y hace las delicias de quien se acerca al mercado de pescado situado en el foso al otro lado del Castillo.
He degustado durante todo el día los colores, olores y sabores de esta ciudad del sur, de esta Gallipoli, Kalè polis, ciudad bella. Realmente hace honor a su nombre. Quiero ir a despedir al sol allá donde lo he saludado por la mañana, a la cornisa, sobre la playa de la Puritè. Allá nos reunimos unas cuantas personas para despedir el día rodeadas de brisa y sal. Tranquilamente, sin apreturas, casi en silencio.
Realmente, un magnífico espectáculo.
Realmente, un magnífico espectáculo.
BUONA NOTTE
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