sábado, 11 de abril de 2015

San Francisco (2): North Beach y el Pier 39

Lo prometido es deuda, así que en segunda sesión peliculera vamos con...

Una de italianos: North Beach
Este barrio que limita con Chinatown,  debe su nombre a la antigua playa situada en el nordeste de la ciudad a cuyos muelles llegaban los inmigrantes italianos que ocuparon primeramente esta zona. 
Las playas desaparecieron bajo la ciudad, pero quedó un barrio lleno de vida que mantuvo el nombre de North Beach.
Aunque el número de italoamericanos ha descendido desde los 80 hasta ahora, en el barrio han quedado muchos bares, cafés y pizzerías donde saborear buena comida italiana o un capuccino auténtico. Hay panaderos en el barrio que hornean su pan en hornos de más de 130 años y las aceras se llenan de mesitas que invitan a hacer gustosas paradas. 




Incluso se organizan tours gastronómicos por el barrio para ver cómo 
se hornea este pan i cómo se 
elaboran los suculentos platos italianos, con degustaciones incluídas de reconfortantes cafés o helados.


Pero no sólo tiene la comida y el ambiente italianos como atractivo. El North Beach tiene mucha marcha: discotecas, bares de copas, y de buen jazz.
De día, constituye un barrio colorista y familiar, con sus casitas victorianas reconstruídas después del terremoto, la gente tomando el sol en el césped de Washington Square, subiendo a la Coit Tower o fotografiando el monumento a los bomberos.
Por la noche se convierte en un punto de música en vivo, locales de baile, y punto caliente con sus garitos de streptease al este de Broodway.  

La Coit Tower al fondo desde donde se ven unas buenas vistas de la ciudad.




También constituye un lugar mítico para los fans del movimiento beat, ya que por estas calles y por estos cafés, entre ellos el famoso Vesuvio Cafe, anduvieron en la década de los 50 Allen Ginsberg, William S Burroughs y Jack Kerouac, -y unas cuantas escritoras silenciadas, dicho sea de paso-, lanzando sus dardos envenenados a la conservadora sociedad norteamericana, proclamando la liberación espiritual y sexual, bebiendo y fumando todo tipo de sustancias, cultivando esa imagen de poetas vagabundos y contraculturales que sería el preludio del movimiento hippie posterior.  
Jack Kerouak tiene incluso una calle en el North Beach.
Y como North Beach está situado estratégicamente, hoy haremos sesión doble con...

Una infantil: Fisherman's Wharf
Los inmigrantes italianos que llegaron a San Francisco se instalaron en North Beach e iniciaron la actividad pesquera de esta zona de la ciudad que pasó a llamarse el Muelle de los Pescadores. Aunque aún siguen viviendo pescadores, la zona ha alcanzado su gran fama por ser un centro de diversión y entretenimiento, por sus chiringuitos para comer cangrejo, sus tiendas y atracciones, y la famosa colonia de leones marinos que vive en el Pier 39 dormitando y chapuzándose.





Estos leones decidieron por iniciativa propia instalarse en los muelles del Pier 39, seguramente por la abundancia de arenques en la zona.  Y aunque desde esa época hasta ahora ha habido un par de desapariciones en masa sorprendentes, los animales siempre han vuelto y constituyen un a atracción más del Pier.


Aquí se encuentran restaurantes de todo tipo, y también chiringuitos que se suceden ofreciendo sopas de marisco y la estrella de la zona, el cangrejo Dungeness, que se ha convertido en símbolo de la ciudad y se le puede ver en imanes, llaveros y toda suerte de souvenirs.


Aquí en primer plano os presento al cangrejo Dungueness

Aquí también hay un Bubba Gump,
uno de los 43 restaurantes inspirados
en la película de Forrest Gump que hay en el mundo.
Souvenirs???? Los que queráis!!

Para rematar el día familiar, también aquí se puede visitar el célebre Acuario o tomar uno de los ferrys que te acercan a Alcatraz, Sausalito o Tiburón, o simplemete te dan una vuelta por la bahía.
Por cierto, si queréis ir a Alcatraz, sacad con tiempo las entradas por internet.  Nosotros no pudimos visitarlo. 



Al fondo el famoso presidio de Alcatraz
Después de esta intensa doble sesión, cansados pero satisfechos, queda una última atracción: Tomar el cable-car para volver a casa. 


¡No dejéis de hacerlo! 
Preferentemente, colgados para disfrutar de las colinas a todo tren, digo... a todo tranvía!!

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