Estando en el sur de la Bretaña no podíamos pasar por alto la visita a Carnac y sus alineamientos megalíticos. Así que dejamos Concarneau la azul y 100 km hacia el este llegamos a La Trinité-Sur-Mer, una bella localidad costera delante de la Bahía de Quiberon, que será nuestra última base y donde pasaremos dos días.
Muy cerca de La Trinité-Sur-Mer y al norte de la localidad de Carnac se hallan los alineamientos, el monumento prehistórico más extenso del mundo.
Más de 3000 menhires, dispuestos en líneas de hasta un kilómetro se distribuyen en varios alineamientos, de los que Le Ménec, Kermario, Kerlescan y le Petit Ménec son los más importantes y visitados.
Las teorías que han intentado explicar estos conjuntos del Neolítico son de lo más variadas y controvertidas, y diversas las leyendas que han originado. La aureola de misterio que los rodea ha dada lugar a todas ellas. Se desconoce su utilización y significado, aunque la teoría más aceptada es que tienen relación con la astronomía y los cuerpos celestes.
Teorías y leyendas al margen, el lugar tiene un halo mágico y enigmático que se multiplica al pensar quién, cómo y para qué transportarían y colocarían estos menhires hace miles de años.
Por cierto, menhir y dolmen son palabras bretonas: men quiere decir piedra, hir, larga y dol significa mesa.
Tras la visita del complejo megalítico damos una vuelta por Carnac y descubrimos un bonito pueblo, con una joya del s. XVII, la iglesia de Saint- Cornély, patrón del ganado, con vistosas vidrieras y bóvedas estucadas y llenas de murales.
Carnac-Plage es también un destino turístico de gran importancia, con sus cinco playas arenosas bordeadas de pinos, el club de yates y numerosos establecimientos turísticos.
LA TRINITÉ-SUR-MER
La llegada a La Trinité-sur-Mer ofrece una panorámica inmejorable del pueblo y del puerto. Por un lado las típicas barcas que salen a faenar en los criaderos de ostras, por el otro los más de 1500 yates y veleros del puerto deportivo, y enfrente de todo ello, una cornisa de casitas y establecimientos que se adentran en la colina hasta llegar arriba al núcleo antiguo de la población, vertebrado alrededor de su iglesia.
Situado en la parte alta, el burgo se articula en estrechos callejones y casas de piedra vista. Hay bonitos rincones llenos de flores y plantas. A días convenidos se organiza un interesante y concurrido mercadillo de productos locales, frutas y verduras, comidas típicas y artesanía.
Ep!! Nuestro "vecino" de habitación :-) |
El puerto de La Trinité-Sur-Mer tuvo una gran importancia hasta 1935 debido al intenso comercio con Cardiff. Exportaba madera para las minas del País de Gales e importaba carbón. Pero a causa del incremento de los precios de aduana esta actividad fue disminuyendo progresivamente.
Y hablando de aduanas, no hay que perderse el precioso "chemin des douaniers" o camino de los aduaneros, un tranquilo y bello camino de ronda bordeado de pinos, mimosas y camelias al lado de mansiones de inicios del s.XX, que va bordeando una sucesión de playitas hasta la Punta de Kerbihan. Allá se abren dos solitarias playas más,una al canal y otra a la Bahía de Quiberon.
Un paseo espectacular, todo bañado de esa luz bretona que a todo le intensifica los colores.
Durante nuestra estancia bservamos también con gusto el interés artístico de La Trinité-sur-Mer. Dentro del Festival Escales Photos de Mor Braz, tuvimos ocasión de ver en sus calles los trabajos fotográficos de tres fotógrafos: "Tous les marins ont les yeux bleus, 39 retratos de marinos en gran formato, captados con el mismo procedimiento, con la misma luz y la misma cámara Hasselblad, de Maud Bernos ; la de "Route de Pêche Grand Nord" de Chris Miller sobre los trabajos de pesca en el Mar del Norte y "Pouces" de Erwan Amice, también sobre los océanos.
También descubrimos preciosos collages y afiches distribuidos por la localidad de las artistas bretonas Erika Raio y Melanie Busnel.
Con gran pesar esto se acaba...
Una semana por tierras bretonas que toca a su fin.
Antes, sin embargo, veremos Vannes y Nantes. En el siguiente post será.
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