Fue un poco por casualidad. Por diferentes circunstancias no tenía preparado mi viaje con meses de antelación como otras veces. No tenía los vuelos comprados desde hacía tiempo ni los alojamientos reservados. De hecho, un amigo se sorprendió de la situación y me dijo. ¿Cómo tú así todavía? ¡¡No te reconozco!! Haz el favor de marcharte rápido a algún sitio, y envíame una postal.
Le dije: No sé todavía dónde ir. Quizá te la envie de Guadalajara México. O de Guadalajara España. Pero te la enviaré. Al final le envié una postal desde Sofja Locka, un precioso lugar de Eslovenia, porque allá es donde me fui.
Un país pequeño, diverso y precioso, en el que si te apuras, en un mismo día puedes esquiar por la mañana y darte un baño en el Adriático por la tarde.
Un país pequeño, diverso y precioso, en el que si te apuras, en un mismo día puedes esquiar por la mañana y darte un baño en el Adriático por la tarde.
Así que ya sabéis, como siempre, y ahora de Eslovenia, no intentaré hacer un bloc de viajes, sino explicar las sensaciones i experiencias que he tenido y alguna que otra curiosidad que he aprendido durante mi visita al país. Siempre desde mi humilde prisma, que para cosas más sabias ...blogs bien buenos hay y a montón.
Nuestro aeropuerto de destino no fue esloveno sino italiano por cuestión de precio. Aterrizamos con Ryanair en Treviso después del consabido sorteo, trompeta final y aplauso de celebración, sello inconfundible de la citada compañía aérea. En Treviso alquilamos un coche con rumbo a Bled. Justo después del cartel de Slovenija lleno de estrellas europeas pagamos la "viñeta", con la que pudimos circular libremente por el país: 15 euros la semana y 30 € un mes. No hay término medio. Así que aflojamos los 30 euros; sin embargo luego no pagamos nada más de peaje.
Una autopista flanqueada de bonitos paisajes nos conduce hasta Bled, una postal eslovena a los pies de los Alpes Julianos, un enclave con un lago espectacular, con una isla en forma de lágrima en la que cuentan que los novios eslovenos suben en silencio los 99 escalones hasta la iglesia con la novia en brazos, y en la que nos espera una especie de fiesta de la cerveza con música, chiringuitos y puestos ambulantes de artesanía.
El lado de Bled, con el castillo y la isla |
La zona de Bled es un buen ramillete de maravillas paisajísticas a los pies de los Alpes Julianos, muchas de las cuales pueden recorrerse a pie, porque el país tiene más de
El Lago Bohinjsko desde el teleférico |
CUIDADÍN!!!! (en esloveno) |
Arriba, y aunque la estación de esquí se vista de verano, funcionan algunos telesillas, y hay caminantes y grupos que disfrutan del senderismo y de los magníficos panoramas.
La estación de Vogel vestida de verano. |
Aquí después de subir los más de 500 escalones. Me río por no toser. |
La Naturaleza nos ha deparado espectáculos grandiosos. Justo es que lo celebremos con unas cervecitas eslovenas y manjares de la tierra, que todo no va a ser hacer gimcanas.
El próximo post, un poquito más urbano!!!
2 comentarios:
mira si se'n han de fer de coses per prendre unes birres
Jajajajajaja!!! Ets bo, Josep Maria, ets bo i ja està!!!!
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