miércoles, 22 de agosto de 2012

NAXOS


Dicen que Zeus, el padre de los dioses,  pasó su infancia en la isla de Naxos.
Quizá porque Naxos, -la más grande de las Islas Cícladas- es montañosa y sus valles especialmente fértiles; quizá porque tiene unas espectaculares playas de arena blanca y un mar prodigiosamente turquesa; quizá porque depara unas puestas de sol grandiosas y dignas de todo un rey de dioses.  Quizá.



La capital de Naxos es Hora y guarda el recuerdo de gentes y hechos del pasado.  Llegando por mar, en una pequeña colina al lado del puerto nos recibe Portara.
La puerta del templo que no llegó a finalizarse, -dedicado a Apolo según dicen unos y a Dionisos según otros-, es ahora uno de los monumentos que distinguen a Naxos, hasta convertirse en su símbolo.

Si en Naxos queréis una puesta de sol  mitológica...y antológica,
Portara es el lugar.

(Además del monumento mencionado,
cuando llegas a Naxos también te recibe
toda una ruidosa multitud con cartelitos,
para  llevarte a sus alojamientos
en el caso que te sientas 
"desamparado")

Los venecianos conquistaron Naxos como resultado de la Cuarta Cruzada, y desde 1207 hasta la invasión turca en 1566, dejaron su huella en la arquitectura del barrio del Kastro medieval de la capital, dominada por el castillo en el que se ubica el Museo Arqueológico.  La ascensión hasta él desde el Burgo, el barrio de los griegos, es muy placentera, porque las callejuelas llenas de rincones, tiendecitas, plantas, cafés y detalles, entretienen la vista y el paso.

Tiendecitas en el entramado laberíntico de Khora


Rincones de singular belleza entre las callejuelas de Khora

Entre los pequeños pueblos colgados de las laderas de las montañas de Naxos existen abundantes restos arqueológicos y un buen número de torres venecianas e iglesias bizantinas que recuerdan su relevante pasado.


Como en Paros, también el coche es el mejor medio de visitar la isla, y por las carreteras que serpentean los puertos de montaña y que coronan los 1.004 m. del Monte Zas, se llega a bellos pueblos tradicionales como Halki,  Filoti o Aphirantos, y más allá al pueblo costero de Apollonas, ideal para un buen baño antes de saborear delícias griegas en uno de sus restaurantes al lado del mar.
En todos ellos el ritmo es apacible y las imágenes de la vida tradicional se suceden.

A la fresca, en Apollonas
Café en Filoti
A la sombra en Aphirantos

Pero si el pasado de Naxos fue rico y destacado, su presente también lo es, y la isla ofrece a quien la visita todo un lujo de regalos paisajísticos, gastronómicos y cromáticos que la convierten en un destino extraordinario donde pasar unos hermosos días. 







He estado tres veces en Grecia y espero poder visitar otra vez en el futuro ese hermoso país y algunas más de sus islas, que parecen en el mapa un gran collar de perlas arrojado al mar. Siento enormemente que políticos y mercados financieros que no se detienen ante nada ni nadie quieran abatir su ánimo y que pueda anclarse en la recesión y el desaliento.

Id a Grecia, y abrid bien los sentidos para no perderos ninguno de sus tesoros de belleza inigualable.

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