Quizá porque Naxos, -la más grande de las Islas Cícladas- es montañosa y sus valles especialmente fértiles; quizá porque tiene unas espectaculares playas de arena blanca y un mar prodigiosamente turquesa; quizá porque depara unas puestas de sol grandiosas y dignas de todo un rey de dioses. Quizá.
La capital de Naxos es Hora y guarda el recuerdo de gentes y hechos del pasado. Llegando por mar, en una pequeña colina al lado del puerto nos recibe Portara.
La puerta del templo que no llegó a finalizarse, -dedicado a Apolo según dicen unos y a Dionisos según otros-, es ahora uno de los monumentos que distinguen a Naxos, hasta convertirse en su símbolo.
Los venecianos conquistaron Naxos como resultado de la Cuarta Cruzada, y desde 1207 hasta la invasión turca en 1566, dejaron su huella en la arquitectura del barrio del Kastro medieval de la capital, dominada por el castillo en el que se ubica el Museo Arqueológico. La ascensión hasta él desde el Burgo, el barrio de los griegos, es muy placentera, porque las callejuelas llenas de rincones, tiendecitas, plantas, cafés y detalles, entretienen la vista y el paso.
Como en Paros, también el coche es el mejor medio de visitar la isla, y por las carreteras que serpentean los puertos de montaña y que coronan los 1.004 m. del Monte Zas, se llega a bellos pueblos tradicionales como Halki, Filoti o Aphirantos, y más allá al pueblo costero de Apollonas, ideal para un buen baño antes de saborear delícias griegas en uno de sus restaurantes al lado del mar.
La capital de Naxos es Hora y guarda el recuerdo de gentes y hechos del pasado. Llegando por mar, en una pequeña colina al lado del puerto nos recibe Portara.
La puerta del templo que no llegó a finalizarse, -dedicado a Apolo según dicen unos y a Dionisos según otros-, es ahora uno de los monumentos que distinguen a Naxos, hasta convertirse en su símbolo.
Si en Naxos queréis una puesta de sol mitológica...y antológica, Portara es el lugar. |
(Además del monumento mencionado, cuando llegas a Naxos también te recibe toda una ruidosa multitud con cartelitos, para llevarte a sus alojamientos en el caso que te sientas "desamparado") |
Los venecianos conquistaron Naxos como resultado de la Cuarta Cruzada, y desde 1207 hasta la invasión turca en 1566, dejaron su huella en la arquitectura del barrio del Kastro medieval de la capital, dominada por el castillo en el que se ubica el Museo Arqueológico. La ascensión hasta él desde el Burgo, el barrio de los griegos, es muy placentera, porque las callejuelas llenas de rincones, tiendecitas, plantas, cafés y detalles, entretienen la vista y el paso.
Tiendecitas en el entramado laberíntico de Khora |
Rincones de singular belleza entre las callejuelas de Khora |
Entre los pequeños pueblos colgados de las laderas de las montañas de Naxos existen abundantes restos arqueológicos y un buen número de torres venecianas e iglesias bizantinas que recuerdan su relevante pasado.
Como en Paros, también el coche es el mejor medio de visitar la isla, y por las carreteras que serpentean los puertos de montaña y que coronan los 1.004 m. del Monte Zas, se llega a bellos pueblos tradicionales como Halki, Filoti o Aphirantos, y más allá al pueblo costero de Apollonas, ideal para un buen baño antes de saborear delícias griegas en uno de sus restaurantes al lado del mar.
En todos ellos el ritmo es apacible y las imágenes de la vida tradicional se suceden.
A la fresca, en Apollonas |
Café en Filoti |
A la sombra en Aphirantos |
Pero si el pasado de Naxos fue rico y destacado, su presente también lo es, y la isla ofrece a quien la visita todo un lujo de regalos paisajísticos, gastronómicos y cromáticos que la convierten en un destino extraordinario donde pasar unos hermosos días.
Id a Grecia, y abrid bien los sentidos para no perderos ninguno de sus tesoros de belleza inigualable.
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