El Barrio del Gancho en Zaragoza era mi barrio. Unos dicen que debe el nombre a la hoz prendida en un mástil que se empleaba para eliminar todas las malezas que impedían el paso de las procesiones y romerías hacia la ermita de San Blas, cuando ésta se encontraba todavía extramuros de la ciudad.
No lo sé con certeza, pero el caso es que yo era del Gancho. Cuando iba al Mercado Central no iba casi nunca por Conde Aranda, mi calle, sino por la parte de atrás: Boggiero, San Pablo, San Blas, Las Armas, Casta Álvarez...Siempre había más ambiente, más vida de calle, más establecimientos auténticos. Y me acercaba hasta el SEPU (Sociedad Española de Precios Únicos!) para subir por la primera escalera mecánica de mi vida. Y me compraba Palomitas del Pilar en Primitivo Gil, caramelos en Casa Alcaine, y obleas, muchas obleas blancas y rosas que se me pegaban en el velo del paladar.
Después fui a la Sala Oasis, y a cenar a La Matilde, alquilé un piso en la Plaza Santo Domingo y frecuenté los bares de Predicadores. Eran tiempos de revoluciones y había muchas pintadas.
Ahora hay graffitis, como estos que pongo hoy y que fotografié el último fin de semana, cuando en un viaje relámpago cené en Zaragoza con los colegas de los 18 años, ese tiempo en el que se me empezaba a abrir el mundo en el Gancho... y más allá de él.
Un placer, amig@s, y un brindis!
POR LA CÁNDIDA ADOLESCENCIA.
5 comentarios:
Ai, mañica mañica!! Doncs sí brindem per ella, encara que ara més aviat la patim, ja ja
Ja ho pots ben dir Anna!
(Per cert, la mani un èxit!!)
T'agradarà
http://www.graffiticreator.net/
Muy chulo te ha quedado este post tan "proustiano"!!!
Gràcies, m'ha agradat molt Montse, però crec que hauré de practicar, em surten uns xurros de ca l'ample.
Gracias, maño! Magdalenicas tambiém comía también, no de Proust, unas riquísmas del horno de la calle Cerezo, je, je...
Ya os habéis homenajeado con la Rosa y RoberTo?
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